Portada del disco 'Que Sentimiento' (1981) |
El gran Héctor Lavoe llegó por primera vez a Cali Colombia en 1977 para
participar de su primera Feria y nunca más se fue, por lo menos
espiritualmente.
En Cali hizo buenos y malos amigos, gente que buscaba su bien y otros
tantos que, aprovechando su fama, solo querían utilizarlo. Entre todos esos
personajes estaba el empresario colombiano Larry Landa, un promotor de artistas
de la salsa, quien, viendo la situación lamentable en la que estaba El Cantante de los Cantantes debido a su
abuso con las drogas, lo convenció de vivir una temporada en Cali para que
lograra desintoxicarse y rehabilitarse de una vez por todas de las drogas.
Situación difícil de concebir porque por esa época la vida nocturna en
Cali también estaba llena de excesos y drogas de todos los tipos,
lamentablemente una realidad inocultable.
En 1982 Héctor decidió aceptar la invitación de Landa y se fue a vivir
en el apartamento de Alfredo de la Fe, quien había llegado a la ciudad en el
verano de 1981 para organizar la “Juan Pachanga Charanga” una agrupación que
tocaba en un club nocturno llamado Juan Pachanga ubicado en el barrio de
Juanchito cerca de Candelaria, un distrito a las afueras de Cali, local que era
de propiedad de Larry Landa.
Héctor Lavoe y Larry Landa, foto tomada por Hernando Villarreal en el Hotel Tequendama, Bogotá - Foto tomada de 'Fuera Zapato Viejo' |
Las Vallas era el mejor rumbeadero de la ciudad. Entre 1977 y 1983 fue
un sitio muy concurrido por los amantes de la salsa. Se llenaba con toda clase
de gente, desde escritores y personas del ambiente del arte, la cultura y el
espectáculo, hasta tipos del hampa y del mundillo del dinero ilícito, que en
verdad era quienes más lo frecuentaban, ataviados con camisas de colores
llamativos, pesadas cadenas de oro, y desde luego, rodeados de las más bellas y
despampanantes mujeres, en cuya compañía llegaban a bordo de autos de
colección.
El local era bastante amplio, como para albergar trescientas cincuenta o
cuatrocientas personas apretujadas sobre la pista de lustroso parquét. Una
réplica de las discotecas de Manhattan, Brooklyn y Queens, con minúsculas mesas
circulares, comodísimas poltronas con adornos, muy bien tapizadas, bocinas de
sonido cuadrafónico, un sofisticado sistema de luces que garantizaban la
penumbra y la discreción, la barra enorme hecha en caoba, atendida por el mejor
barman de la ciudad y una tarima dispuesta con una poderosa planta de amplificación
y apta para acoger a una orquesta de salsa completa.
Una noche, Héctor se presentó en Las Vallas para dar un espectáculo
aprovechando la celebración del cumpleaños de Miguel Proaño, un ecuatoriano
organizador de eventos, mano derecha de Larry Landa, pero cuando apareció en el
escenario era notorio que el cantante estaba intoxicado, apenas si podía
mantenerse en pie. Horas antes había estado usando drogas y bebiendo
aguardiente con un grupo de amigos por lo cual no estaba completamente lúcido.
La orquesta que lo acompañaba empezó a tocar los primeros acordes de “El
Cantante”, su canción insignia, y Héctor comenzó su interpretación, pero
después de la segunda estrofa se le olvidó la letra de la canción, entonces
comenzó a improvisar. Posiblemente el nerviosismo y frustración del momento lo
hacían sudar en extremo, entonces se quitó la camisa, se secó el sudor con
ella, botó los zapatos y empezó a improvisar la letra. Según cuenta Jairo
Sánchez, amigo de Héctor en esa época (hoy director de televisión en Tele Pacífico),
Lavoe se dejó llevar por la música y empezó a fluir su habilidad para inventar
frases y soneos sin perder el ritmo; duró cerca de una hora improvisando y
nunca pudo retornar a la letra original, a pesar del embale en el que se
encontraba el cantante, la versión espontánea de su famoso tema quedó muy bien hecha.
Héctor Lavoe en el club Juan Pachanga, 1982 |
En opinión del violinista Alfredo de la Fe, fue él quien convenció a
Héctor para que comprara su tiquete de avión y regresara a Nueva York, porque
las buenas intenciones de Landa de querer que el cantante cambiara de ambiente
y se nutriera con la energía bonita de la gente de Cali no estaban dando
resultado puesto que el destino del artista ya estaba escrito.
Fue así como a inicios de 1983 Héctor Lavoe regresó a Nueva York, ciudad
en la que tomó parte en la producción del proyecto discográfico “Vigilante”
(1983), historia que ya se ha contado en este blog.
La discoteca Juan Pachanga ya no existe, funcionó hasta principios del
2000 y luego fue cerrada, en el lugar donde antes funcionaba el Club Las Vallas
ahora existe un templo cristiano, Héctor Lavoe tampoco está, pero su espíritu
sigue vivo en Cali, donde vivió 3 meses, y seguramente también en todos los
lugares del mundo donde se escuchen sus mejores pregones.
Los vídeos usados en esta historia son referenciales y pertenecen a
la época en que Héctor Lavoe vivió en Cali (de octubre de 1982 a enero de 1983). Historia basada en entrevista a Jairo Sánchez
concedida para este blog.